domingo, 28 de febrero de 2010

Venezuela

2010: Año clave para la revolución bolivariana
Las tensiones revolución-contrarrevolución crecen y la derecha proimperialista se prepara a disputar las próximas elecciones. Los peligros también están al interior del proceso. En medio de una burocracia creciente, hay disputa política sobre qué medidas tomar. En ese marco, es vital construir una fuerte corriente revolucionaria.
La 1ª Conferencia de Marea Socialista se realizó en medio de un clima político que preanuncia futuras convulsiones. Venezuela ha comenzado el 2010 cargada de tensiones políticas y sociales. La crisis del capitalismo mundial está afectando al país, que pese a la gran producción petrolera no puede resolver los grandes déficits sociales, económicos y productivos que persisten. Venezuela, por su débil desarrollo económico, debe importar cerca del 80% de los productos de consumo popular. Y lo hace en medio de una inflación que fue alta durante el 2009, y que recibió un nuevo impulso con la última devaluación del bolívar, equivocada medida del gobierno bolivariano que golpeó el bolsillo de millones. A esto se suma la crisis del sector eléctrico, que ocasiona cortes de energía programados que sufre la población.

En el marco de un país polarizado, para nadie es un secreto que en el sentir del pueblo bolivariano no es lo mismo Chávez que los miles de funcionarios que el pueblo define como burocráticos. Hay un creciente sentimiento de indignación contra el enriquecimiento de una nueva casta y contra la ineficiencia que la misma, como parte del aparato de Estado, muestra ante cada problema real. Sucede por ejemplo, que hay momentos donde se designan partidas para salud o viviendas, o ahora para el sector eléctrico, pero luego los proyectos no avanzan ni se solucionan los problemas. Así, aunque el proceso revolucionario sigue vivo y las ganas de cambio de millones también, a la vez una franja entra en decepción, con el peligro que esa situación conlleva si no se cambia esa tendencia.

El desafío electoral y los candidatos del proceso

El 26 de setiembre de este año se llevará a cabo una batalla electoral clave. Se renueva íntegramente la Asamblea Nacional (cámara de diputados), hoy compuesta casi en su totalidad por distintos sectores del chavismo. Apoyada en el descontento que se percibe y en su propia base social, la derecha proimperialista está tejiendo alianzas para enfrentar unida al gobierno. Además, hoy se realizan acciones en las calles de diversas ciudades agitadas por la oposición, aunque no tienen gran envergadura. Existen, pero en cierto sentido se las magnifica desde los propios sectores del gobierno como parte del intento de polarizar aún más la contienda electoral y sumar a una franja de posibles abstencionistas.
Por esta situación del país que describimos, el proceso electoral no será fácil para las fuerzas bolivarianas. Y hay un hecho que puede empeorar la situación: ¿quiénes serán los candidatos? El PSUV definirá en los próximos meses los mecanismos de elección de candidatos. Como bien plantean nuestros compañeros de Marea Socialista, debe haber una discusión democrática que lleve a los mejores representantes obreros, campesinos y populares en las listas de candidatos del PSUV. Pero hay altas posibilidades de que el aparato burocrático se imponga, y que Chávez en su rol de definir a los candidatos termine girando alrededor de los mismos nombres de siempre. Si esto es así, se hará aún más difícil la elección, porque las bases no tendrán entusiasmo ni convicción si los candidatos reflejan al aparato institucional desprestigiado. Este debate es el que viene y debe hacerse con fuerza, y al que el propio Chávez deberá prestarle suma atención si se quiere enfrentar en mejores condiciones el desafío electoral. Ya que un posible triunfo de la derecha no sería el fin del proceso, pero sin duda sería un golpe importante, que podría luego ser continuado por otros.

Chávez y la burocracia: ¿qué medidas y qué gobierno?
El trasfondo de la situación social, la lucha electoral y los debates que recorren Venezuela están signados por el rumbo a seguir. En primer lugar, porque detrás de los discursos socialistas y algunas correctas expropiaciones, el país se mantiene en los marcos del capitalismo de Estado. Lamentablemente, el presidente Chávez volvió a manifestar días atrás que su modelo productivo es “mixto”, junto a un sector de la burguesía nacional que recibe jugosos beneficios.
Esto confirma la necesidad de realizar un profundo debate teórico-político. En nuestro caso, seguimos creyendo que no van a superarse los graves y estructurales problemas sin cambiar de raíz el sistema político-económico. Y esto no se va a realizar de la mano de la burguesía nacional o de asociaciones con empresas transnacionales.
La revolución bolivariana, que se ganó la simpatía de millones, está expuesta a las leyes de toda revolución: se profundiza o retrocede. El creer en estadios intermedios, que se extienden en el tiempo sin afectar los puntos neurálgicos de la estructura capitalista, y más aún en el actual contexto de crisis mundial, es una variante que lamentablemente puede ir más rápido hacia atrás que hacia una Venezuela socialista. Mientras el poder económico capitalista siga ahí, utilizará cada brecha, cada descontento, para retomar fuerzas y recuperar terreno. Hoy utiliza a un sector estudiantil en las calles, mañana utilizará a quien pueda. Pero mientras ese poder perdure, va a actuar con fuerza.
Es entonces que sobre la base del terreno conquistado durante años hace falta proponer una profundización en sentido socialista. Un cambio profundo en el sistema financiero, en el comercio exterior, en la política comunicacional y, desde ya, en las relaciones de producción. Pero más allá de cada medida en particular, se realza la necesidad de debatir quiénes gobiernan y en base a qué régimen político. Hoy gobierna Chávez en el marco de un régimen político distinto a los anteriores pero que mantiene instituciones burguesas que alientan una fuerte burocracia estatal dependiente de la renta petrolera y que origina la llamada “boliburguesia” ajena a cualquier proyecto socialista.
Honestamente, creemos que solo puede haber cambio y futuro socialista si el poder pasa realmente a manos de las organizaciones obreras, populares, campesinas y estudiantiles que han defendido al proceso bolivariano y al propio Chávez estos años, y que viven y actúan en la Venezuela real. Solo construyendo con ellos un plan económico elaborado democráticamente se puede abrir paso a un salto de calidad en sentido anticapitalista. En última instancia, el 2010 es un año clave para estos debates y Chávez deberá evaluar por qué camino seguir y junto a quiénes hacerlo.

Dentro del proceso, fortalecer una corriente revolucionaria

El MST, trabajando en común con camaradas venezolanos que integran el proyecto de reagrupamiento internacional, viene desde hace años colaborando en la construcción de una fuerte corriente revolucionaria en Venezuela. Un proyecto que siendo parte del proceso bolivariano no se adapta a los límites de los proyectos nacionalistas sino que lucha desde una trinchera común por una estrategia socialista. Un proyecto que, a su vez, no se coloca por fuera del proceso real, como equivocadamente hacen algunos pequeños grupos sectarios que terminan compartiendo cartel mediático con la derecha.
Seguir construyendo esta corriente, como hacen nuestros compañeros de Marea Socialista, es una tarea estratégica. Para hacerlo, es preciso seguir llevando propuestas y dando peleas políticas dentro del proceso bolivariano, en el PSUV, en el movimiento sindical, popular y estudiantil. En todos lados se profundizan los debates y se abren cada vez más oportunidades para que los socialistas empalmemos con franjas que, cansadas del aparato burocrático, buscan un lugar donde continuar su lucha por el socialismo.
Marea Socialista tiene el desafío y la oportunidad de abrir cada vez más sus puertas para que ingresen nuevos dirigentes y militantes. Y tiene también la responsabilidad política de afianzarse en su rumbo y su estrategia socialista e internacionalista, que en última instancia es lo esencial para seguir avanzando en medio del proceso vivo de la lucha de clases.

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