domingo, 20 de junio de 2010

PALESTINA

El ataque sionista a los barcos con ayuda humanitaria con destino a la Franja de Gaza y el asesinato de pacifistas indefensos, representan un capítulo más del ataque genocida de Israel a los palestinos.

Hay una primera precisión para hacer en relación al ataque sufrido por la flota humanitaria: de ninguna manera hubiera sido posible, sin el visto bueno del gobierno de Obama y los gobiernos capitalistas de Europa. Y como para muestra basta un botón, el imperialismo yanqui por boca de Hillary Clinton calificó el asalto militar como “incidente” en el contexto del derecho israelí a defenderse. Ahora, cabe preguntarse ¿defenderse de qué? Los barcos que cargaban ayuda humanitaria tenían como tripulación a legisladores, intelectuales, militantes pacifistas y periodistas. No pudo demostrarse la existencia de armas o de cualquier cosa que justificara el argumento de la “amenaza” para la seguridad de Israel. Por eso, la magnitud e impunidad salvaje del ataque movilizó a miles en todo el mundo en repudio a una nueva escalada genocida del sionismo contra el pueblo palestino.

La historia de una colonización
En 1947, gracias a los favores del imperialismo yanqui y del estalinismo, el sionismo obtuvo a partir de una resolución de la ONU, el 55 % del territorio de Palestina para un pueblo que se había instalado allí hacía pocos años y que solamente representaba algo más del 20 % de la población total. En 1948 a partir de la masacre de Deir Yassin, que produce la huida en masa de miles de palestinos, el control territorial por parte del sionismo alcanza el 60 %. En 1967 con la Guerra de Seis días, el estado de Israel pasa a controlar la totalidad del territorio e impone un régimen militar de ocupación similar al apartheid sudafricano. A partir de allí, el pueblo palestino ha sufrido un tipo de opresión único en el mundo árabe, y al mismo tiempo vienen siendo la más seria amenaza para el control geopolítico y económico del imperialismo en el Medio Oriente. Las masas palestinas protagonizaron enormes levantamientos contra la ocupación israelí y fueron sucesivamente poniendo en crisis todos los intentos del imperialismo yanqui, del estado sionista israelí y de la dirección histórica (hoy en crisis) de la OLP, encabezada por décadas por Arafat, por poner en caja el ascenso sostenido de ese pueblo heroico y ejemplar para los luchadores antiimperialistas y democráticos del mundo entero.

El terror a la revolución palestina y su efecto contagio
El ataque al barco con ayuda humanitaria generó movilizaciones inmensas en todo el mundo árabe con epicentro en Irán y Turquía. Los gobiernos capitalistas de esta región se apoyaron más de una vez en las últimas décadas en la movilización de masas para chantajear al imperialismo, pero no dudaron en reprimir a sus propios pueblos movilizados en solidaridad con la lucha palestina. Esto no quita que formalmente estos gobiernos manifiesten en declaraciones diplomáticas de protesta su repudio, que no pasan de ahí. De fondo, la cuestión es que los gobiernos capitalistas del mundo árabe, saben que un nuevo ascenso de masas en Palestina implicaría la agudización de todas las tensiones en la zona y el desarrollo de una movilización antiimperialista enorme difícilmente controlable, con consecuencias políticas insospechadas.

Gendarmes del imperialismo en dificultades
A pesar de los grandes esfuerzos de los gobiernos árabes por frenar el alza de masas, el imperialismo yanqui nunca los consideró suficiente garantía para la defensa de sus intereses en una región que aloja casi todo el petróleo que consume EE.UU. y donde viven casi 300 millones de personas sometidas por el imperialismo a través de sus gobiernos títeres.
Por eso, cuando terminó la Segunda Guerra Mundial, y al transformarse en el imperialismo hegemónico, los EE.UU. confiaron sus intereses en la región, armando hasta los dientes a sus dos gendarmes de privilegio: el Irán del Sha y el recientemente fundado Estado de Israel. Sin embargo, ambos casos no fueron idénticos. El Irán del Sha cayó fruto de la revolución de 1979 y por eso, quedó el Estado de Israel como punto de apoyo imperialista en la región. Este estado combina varias “cualidades” para ser el ariete yanqui en la zona: es un estado militarizado hasta los dientes; tiene como ideología oficial el sionismo, versión judaica del nazismo más abyecto por su mesianismo religioso y racista. Durante todos estos años desde su fundación en 1947, el estado sionista de Israel viene siendo la base de operaciones yanquis en la región, aunque no logró derrotar a las masas palestinas que no paran de luchar generación tras generación pese a la capitulación de su dirección histórica (la OLP, que aceptó la política de los dos estados) y las vacilaciones del Hamas.
El acuerdo para el aprovechamiento nuclear entre Brasil, Turquía e Irán, está ayudando a reconfigurar la situación geopolítica en Oriente medio. Un acuerdo similar al que deseaban los propios EE.UU., pero que queda lejos de su control, y sobre todo quita el argumento central de la presión sobre Irán: el rearme nuclear de este país. Al mismo tiempo, hoy para Obama es muy difícil ejercer el control total sobre esa zona y justificar el terrorismo del Estado de Israel, ya que el repudio mundial al sionismo y la resistencia a la cuestionada hegemonía yanqui, en medio de la crisis capitalista mundial, abre una perspectiva hacia más conflicto y choques violentos en la Franja de Gaza motorizados por la fuerza incontenible de las masas palestinas
Por la destrucción del estado racista y colonial de Israel: por un estado Palestino laico, no racista y con amplios derechos democráticos para todos sus habitantes, árabes o judíos
Nuestra corriente históricamente apoyó esta consigna levantada en su momento por la OLP (y abandonada por Arafat) y que expresa la necesidad más profunda e inmediata de las masas palestinas.
Entendemos que es una necesidad objetiva la creación de un único Estado Palestino (contra la política nefasta de los dos estados levantada por el imperialismo y aceptada en su momento por la OLP), que sea no racista y con amplios derechos para todos sus habitantes. Laico significa que no tendrá ninguna religión oficial, ni islámica, ni judía, ni cristiana. No se basará en la biblia ni en ningún texto religioso. Tendrá que ser un estado que suprima todos los privilegios, discriminaciones y persecuciones. Que garantice a todos sus habitantes iguales derechos democráticos: libertad de palabra, de elegir y ser electo para cargos públicos, igualdades económicas en materia salarial y libertad religiosa total y completa.
Para lograr este objetivo, es fundamental la movilización por el cese de la ocupación militar de Gaza y Cisjordania, el cese del bloqueo y la recuperación del territorio usurpado al pueblo Palestino. Para ello, no hay otra salida que la destrucción del estado sionista de Israel como superestructura militar, política e ideológica al servicio del exterminio palestino.
Todas las organizaciones y luchadores antiimperialistas y democráticos del mundo, tenemos que desarrollar la más amplia unidad de acción para rodear de solidaridad a las masas palestinas y exigir de gobiernos como el de los K, la ruptura total y completa de relaciones diplomáticas y comerciales con Israel, partiendo de anular los acuerdos de libre comercio firmados el año pasado con ese estado terrorista.

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